Un hijo parentalizado es un niño o una niña que asume el rol de padre o madre de sus propios padres.
Esto implica que el hijo se hace cargo de responsabilidades que no le corresponden por su edad y desarrollo, como el cuidado de los hermanos, las tareas domésticas, el apoyo emocional o la mediación de conflictos.
Algunas de estas consecuencias son:
estrés, ansiedad, depresión, baja autoestima, dificultades para sostener los sentimientos de los demás, culpabilidad por no poder ayudar o no cumplir las expectativas de los demás, autoexigencia y perfeccionismo. La sensación de no tener suficiente valor. Y por supuesto, problemas de apego.
La parentalización puede ser de dos tipos: emocional o instrumental.
- La parentalización emocional se produce cuando el hijo se convierte en el sostén emocional de los padres, escuchando sus problemas, consolándolos o aconsejándolos. Siendo siempre un apoyo para uno o los dos.
- La parentalización instrumental se produce cuando el hijo se encarga de funciones que deberían desempeñar los adultos, como las labores domésticas, el cuidado de los hermanos o los encargos fuera de casa.
Algunas situaciones que pueden favorecer la parentalización son: el divorcio o la separación de los padres, la enfermedad o la discapacidad de uno o ambos progenitores, el abuso de sustancias o la adicción de los padres, la ausencia o el abandono de uno o ambos padres, la violencia doméstica o el maltrato entre los padres o hacia los hijos.
Sin embargo, más allá de las circuntancias que pueda vivir una familia que no les permita cuidar y respetar el orden parental,
la mayoría de padres que parentalizan a sus hijos es porque han sido hijos parentalizados, de. modo que buscan el apoyo y la seguridad emocional en las personas q¡con las que se vinculan.
Las dificultades principales para construir una relación de pareja saludable son:
Exceso de responsabilidady control: Los hijos parentalizados a menudo están acostumbrados a asumir un nivel de responsabilidad que va más allá de su edad y etapa de desarrollo. Esto puede llevar a una tendencia a asumir el control y la responsabilidad en sus relaciones de pareja, lo cual puede generar desequilibrios en la dinámica de poder. El perfeccionismo y la autoexigencia son rasgos que se derivan de haber sentido un exceso de responsabilidad por uno mismo y por los padres.
Dificultades con la vulnerabilidad emocional: El hijo que ha sido parentalizado puede haber aprendido a poner las necesidades de los demás por encima de las suyas propias y a evitar mostrar sus propias vulnerabilidades. Esto puede dificultar la apertura emocional y la comunicación íntima en una relación de pareja.
Patrones de cuidado excesivo (codependencia): Es posible que el hijo parentalizado tenga tendencia a cuidar excesivamente a su pareja, a veces a costa de sus propias necesidades y bienestar. Esto puede llevar a una dinámica desequilibrada y a una falta de reciprocidad en la relación. Siente que su valor deviene del reconocimiento de ofrecer ayuda constante.
Dificultades para establecer límites: Debido a su experiencia de cuidar a los padres o hermanos, el hijo parentalizado puede tener dificultades para establecer límites claros en una relación de pareja. Esto puede dar lugar a una sensación de agotamiento y falta de espacio personal.
Necesidad de validación y aprobación: El hijo parentalizado puede buscar constantemente la aprobación y validación de su pareja como una forma de confirmar su valía y sentido de identidad. Esto puede generar una dependencia emocional poco saludable en la relación.
Miedo a la dependencia emocional: Aunque pueda parecer paradójico, el hijo que ha sido parentalizado puede tener miedo de depender emocionalmente de su pareja. Pueden haber experimentado la inconstancia o la falta de disponibilidad emocional de los padres y temen replicar ese patrón en su relación de pareja.
Dificultades para delegar y confiar en el otro: Dado que están acostumbrados a ser la figura de apoyo y cuidado, puede ser difícil para el hijo parentalizado confiar en que su pareja puede satisfacer sus necesidades emocionales y apoyarlos de manera adecuada.
- Necesidad de buscar el afecto y el reconocimiento de modo compulsivo. Muchas personas desarrollan un sentido de necesidad de reconocimiento excesivo, que pueda darse con funcionamientos que se polarizan entre lo fusional y lo evitativo de un modo extremo. Nesitar mucha vinculación sexual pero después no poder sostener la intimidad que se deriva de una sexualidad sana.
- Mecanismos de defensa narcisista. El hecho de haberse sentido mejor que sus padres al ser los cuidadores pero a la vez sentir mucha carencia afectiva, mezclada con expresiones de sobreprotección de los padres, genera mucha confusión interna, y necesitan darse importancia personal para compensar el vacío y la sensación de no ser queridos por lo que son, sino por lo que saben hacer.