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¿CÓMO TRABAJO EN EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO?

Lo primero que quiero decir es que no hay ningún método ni ninguna terapia que pueda sanarte. Todos los medios que se ponen a tu alcance a través del acompañamiento terapéutico, son un modo de dirigir tu atención hacia tus propios recursos internos, para activar tu propia sanación. 

El proceso que se despierta en cada uno tiene su propia inteligencia, y nuestra mente lo único que hace es rendirse a esa conciencia que ya forma parte de ti. 

Es la relación con el terapeuta, y la conciencia que tiene de su propia capacidad para su sanación, lo que súbitamente abre un espacio dentro de ti que reconoce la capacidad para liberarte de una culpa, reconciliarte con tu infancia o tus padres. Con alguien que te dañó profundamente. Con algo terrible que ha sucedido en tu vida. Con una pérdida que te ha dejado con una sensación de vacío insustituible.

En la primera sesión una vez me hayas explicado tu situación, te haré una devolución de lo que me parece que son los motivos de tu dificultad o de tu sufrimiento. Te propondré un itinerario, y debes sentir si tiene sentido o no para ti lo que te propongo. Si no sientes sintonía con mi propuesta o conmigo, y después debes decidir si continuamos juntos o no. No debes nunca seguir un proceso con nadie, si no te sientes acompañado o las respuestas y las soluciones que se te ofrecen no están en sintonía con tus necesidades, sentimientos y recursos. No importa si el terapeuta es una eminencia, lo importante es que respetes por encima de todo lo que sientes. Porque justamente eso ha sido la base del problema de nuestra vida: no haber sido respetados ni vistos por lo que somos. 

Para mí el acompañamiento terapéutico acaba cuando puedes sentir de algún modo que tú y yo somos iguales. Es decir, que has recuperado suficiente tu autonomía y autoestima como poder la relación que hemos creado con un sentido de amistad, porque lo que te ofrezco es algo que ya puedes encontrar en ti mismo. Para mi la sanación más profunda que podemos alcanzar como seremos humanos es un sentido de igualdad a todos los demás. Cuando se acaba nuestro sentido de superioridad o de inferioridad sobre cada persona significativa de nuestra vida. Cuando ya no detestamos a nuestras parejas anteriores, cuando ya no reprochamos nada a nuestros padres, cuando ya no excluimos a nadie por su forma de pensar o sentir. Cuando no necesitamos compararnos con nadie para sentir alivio o creernos peores.

La terapia es un arte, en el sentido de que todo y ser una ciencia y una disciplina, debemos estar disponibles para la creatividad por encima de la técnica, de la capacidad del terapeuta de crear un espacio seguro, de mirarte como un igual a pesar del sufrimiento o del dolor que hayas causado a alguien. La terapia es un arte, porque es más intuición y sensibilidad que método o enfoque, y sin embargo, se construye sobre un orden y un sentido claro de guía y estructura.

En cuanto al paradigma de la Terapia Sistémica, que es para mi trabajo la raíz que entrega savia a mi mirada terapéutica. La terapia sistémica se basa el aprendizaje que hemos hecho en nuestra familia, y como se ha construido nuestra personalidad a través de la herida primaria que se generó siendo niños, y por lo tanto constituyó nuestra forma de ser, de relacionarnos y de comunicarnos con nosotros y con los demás. Si hemos estado más cerca de mamá que de papá internamente, si quisimos salvar a uno o los dos, si no pudimos tomar a nuestros padres en nuestro corazón porque vivimos algún tipo de abuso o maltrato, si tuvimos un padre o una madre que estuvieron en conflicto o uno de ellos estuvo ausente, nos afectó profundamente por más que hayamos olvidado muchas de las experiencias de nuestra infancia. 

No hace falta hacer un análisis del pasado: Mira tu vida. ¿Dónde hay plenitud y realización? ¿Qué áreas de tu vida te sientes insatisfecho, vacío, en conflicto? ¿En el trabajo, en la pareja, en la capacidad para estar contigo a solas? ¿Con tus hijos? Cada una de estos ámbitos refleja una dificultad que tiene ver, según cómo se manifieste, con la relación con el padre o con la madre. Los terapeutas sistémicos hacemos una gran diferencia entre los conflictos familiares que se dan más en la conyugalidad o en la parentalidad. Es decir, si el conflicto se da más en la relación de pareja o en la relación con los hijos. Todas las dificultades que se dan en uno de estos 2 ejes, configura nuestra percepción de nosotros mismos, la relación con los demás, la relación de pareja, y el modo de estar en el mundo.

La terapia sistémica no hace un diagnóstico de tu salud mental, para decirte si estás muy mal o si tienes solución o no. Para ponerte una etiqueta en la que puedas identificarte para quedarte más tranquilo tu y el profesional de la salud al que acudas, para buscarte en los libros de psicología. El diagnóstico es relacional, para conocer en qué modo te relacionas con tu pareja, o con tus padres, con tus hijos. Cómo te relacionas con tu niño interior. Si lo haces de un modo exigente y autoritario, o no sabes poner límites y eres muy transigente contigo y con los demás. Si la herida de tu infancia es la protagonista de tu vida allá donde vayas. 

En el acompañamiento terapéutico, trabajaremos con lo que tenemos, con tus propios recursos disponibles, con lo que te preocupa ahora. Si te hace sufrir tu relación con tu hija, ahí mismo veremos tu herida, tu enfado con tu madre. No hace falta revisar profundamente tu infancia para ver cómo se está expresando en tus relaciones laborales o sentimentales. Todo está sucediendo ahora. Y es ahora dónde está la solución y donde puede ocurrir tu sanación. 

Por último quiero decirte, que tú no eres mi cliente ni mi paciente. Nuestra relación no se debe a una transacción económica ni tampoco porque tu estés enfermo y yo sea una persona muy sana con todos los problemas afectivos y relacionales resueltos. Yo mismo voy revisando periódicamente mi vida a través de la terapia, y voy supervisando cada mes los casos que me tocan especialmente. 

Porque todos estamos expuestos a lo mismo: a la pérdida, al dolor, a la enfermedad, a la muerte. Tus problemas han sido o son los míos. La única diferencia es que tengo una visión más amplia que tú, sobre esta dificultad  en este momento, y sé acceder a tu resiliencia, a tus recursos internos. Y muchas veces a tu corazón mientras tu no sabes. Y lo hago a través del mío. 

Jonàs Gnana

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